Cada 15 de mayo festejamos con agradecimientos a quienes se dedican profesionalmente a ser docentes. Este año, el reconocimiento es doble.
Por: Mary Simpson, Directora de Desarrollo y Liderazgo Pedagógico, Fundación Compartir.
Cada 15 de mayo festejamos con agradecimientos a quienes se dedican profesionalmente a SER maestros. En esta ocasión, este año 2020 nos sugiere que tendremos o necesitemos del más alto grado de competencia para comprender con la suficiente agudeza, claridad y nitidez esto que nos está pasando y aprovechemos la oportunidad. El mundo entero, con esta pandemia, ha tenido que enfrentar y recordar que la vida es una permanente incertidumbre. Como dice Yuval Noah Harari: “La gente teme el cambio porque teme lo desconocido. Pero la única y mayor constante de la historia es que todo cambia”. Y esta pandemia nos ayuda a recordar con fuerza inusitada esta verdad, cuya comprensión la podemos aprovechar para convertirla en una gran oportunidad.
Por otro lado, sabemos que la escuela es un conjunto de relaciones complejas y no es una relación unívoca educador-estudiante-educador. A pesar de esto, en general, la hemos convertido en una organización muy estandarizada, posiblemente por necesidades de facilitar su administración y de alguna manera “nos protegemos” de la verdadera realidad que es cambiante, y más bien suponemos una realidad unívoca, de camino lineal y estandarizado, dividido, con dificultad para “ver” y “atender” la diversidad y el cambio, el sistema, el engranaje. De ahí una escuela centrada en aprendizajes por áreas de conocimiento, una escuela que ofrece un camino lineal a cada estudiante, con dificultades para reconocer la diversidad, poco flexible.
Entonces, al reconocer esta realidad de la pandemia, por un lado, y de la escuela como funciona hoy en día en general, por el otro, cuáles son las competencias esenciales que, como maestros, tendríamos que sacar a relucir en este momento para aprovechar esta oportunidad y cuáles son esas competencias para no continuar haciendo lo mismo, no solo en ese “otro” ambiente de aprendizaje (el hogar y las TI), sino al “regresar” a la escuela.
Lo que está sucediendo es una gran oportunidad para que los maestros consoliden competencias para construir puentes más orgánicos entre la escuela y la familia; para generar comunidades de aprendizaje, quienes al compartir su quehacer encuentran la mejor manera de expandir sus capacidades. Competencias para construir en equipo, para comprender la diversidad de sus estudiantes y contextos en los que habitan y actuar en consecuencia. Competencias para cuidarse, cuidar del otro y cuidar el medio ambiente. Capacidad para escuchar y escucharse desde las distintas maneras de construir lo común. Competencias para construir una visión colectiva de una sociedad más justa y equitativa, y actuar en consecuencia desde la escuela, con sus estudiantes y colegas. Estar abiertos a comprender esta nueva realidad, reflexionar sobre esta de manera sistemática y enfrentar los desafíos que ya estaban por ahí y han cobrado urgencia, al hacerse tan visibles.
Gracias maestros por el ejemplo que están dando a la sociedad con su capacidad para aprovechar esta oportunidad y profundizar en la reflexión acerca de cómo podemos generar ya las transformaciones soñadas.
¡¡Gracias Maestros!!