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El desarrollo rural sostenible es un objetivo fundamental para construir una sociedad equitativa y próspera. En este sentido, los proyectos de emprendimiento llevados a cabo por la Fundación Gases del Caribe son un ejemplo de cómo se puede lograr un impacto positivo en las comunidades, fortaleciendo sus capacidades y generando oportunidades económicas.

Uno de los proyectos destacados es “Arte y Tejido”, que ha permitido a más de 150 mujeres y hombres artesanos de Chorrera, corregimiento del municipio de Juan de Acosta en el departamento del Atlántico, transformar su oficio ancestral en una alternativa productiva y generadora de ingresos. A través de la formación, asesoría, apoyo comercial y de diseño, estos tejedores han logrado posicionar su marca de mochilas y productos decorativos para el hogar, tejidos a mano en técnica crochet, a nivel nacional e internacional, que hoy exportan el 70% de su producción mensual a países de Europa y Asía y de esta manera mejorar la calidad de vida de sus familias, preservando y fortaleciendo a su vez las tradiciones culturales de la región caribe.

Otro ejemplo destacado es el proyecto “Rosquitas de Chorrera”, que ha brindado apoyo a un grupo de 18 familias agricultoras en situación de vulnerabilidad en el mismo corregimiento. Gracias a esta iniciativa, se ha establecido una microempresa asociativa dedicada a la producción y comercialización de deliciosas Rosquitas de almidón de yuca con queso. Además de aumentar los ingresos económicos de los beneficiarios, este proyecto fomenta la participación creativa, el liderazgo y la sostenibilidad, generando un impacto significativo en la comunidad.

Asimismo, el proyecto “Hagamos Región, Apuesta Tasajera” en alianza con Air-e, ha logrado mejorar la calidad de vida de más de 200 habitantes de Tasajera, corregimiento del municipio de Pueblo Viejo en el Magdalena. Através de la formación en técnicas de tejido en zuncho y macramé, se han fortalecido las habilidades empresariales y se ha impulsado la generación de ingresos para las familias de artesanas y pescadores locales. Este proyecto demuestra que el emprendimiento puede ser una herramienta poderosa para promover el desarrollo y la inclusión social en las zonas rurales.

Por último, el proyecto “Arcillas de Puerto Alegre” en alianza con la Fundación Promigas, ha permitido salvaguardar la tradición alfarera en Ponedera, Atlántico, fortaleciendo técnica, económica y socialmente a 12 familias alfareras dedicadas a esta actividad. A través de la formación integral y el apoyo en la comercialización, se ha estimulado el crecimiento de sus unidades productivas, generando impacto en la economía local y preservando una importante manifestación cultural. Con esta intervención innovamos a través del mejoramiento de herramientas de trabajo como lo es la transición a energías ms limpias, teniendo en cuenta que cambiaron los tradicionales hornos a leña por nuevos hornos a gas natural que impactan en su salud, en la calidad del aire de su comunidad,  y en la flora y fauna del territorio. Con estos ejemplos, vemos cómo el desarrollo rural no solo beneficia a las comunidades locales, sino que también contribuye al crecimiento económico del país en su conjunto. Al invertir en proyectos de emprendimiento rural, se genera un impacto positivo a largo plazo, fortaleciendo la economía local, preservando la cultura y tradiciones, y mejorando la calidad de vida de quienes habitan en estas regiones.

Los proyectos de emprendimiento rural de la Fundación Gases del Caribe son una muestra clara de cómo con el apoyo integral y el fortalecimiento de capacidades, se pueden transformar comunidades y generar un impacto positivo en la vida de las personas. Alentemos y promovamos estas iniciativas, y reconozcamos el valor del emprendimiento rural como motor de desarrollo para construir un futuro más próspero y equitativo para todos.