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Crear vínculos entre actores de distintos sectores, ya sean públicos o privados, potencia una amplia gama de recursos clave: conocimientos técnicos, capital humano, financiero y tecnológico, entre otros. Asimismo, esta colaboración promueve la unión de esfuerzos y el trabajo conjunto para abordar los desafíos que afronta nuestra sociedad. Este enfoque es esencial para establecer iniciativas sostenibles que generen resultados significativos y se traduzcan en un impacto multiplicador.

En el caso de la Fundación Alpina, lo anterior ha sido la base para apalancar nuestro aporte al desarrollo rural sostenible, por medio de soluciones innovadoras y la movilización de diversos recursos. Desde nuestra experiencia, las alianzas público-privadas han sido un camino prometedor para abordar los retos que enfrentan los pequeños productores en los sistemas agroalimentarios. Además, esto nos ha permitido colaborar con diferentes entidades para lograr transformaciones profundas y sostenibles.

En los últimos años, hemos fortalecido nuestra apuesta de conocimiento, mediante la cual recogemos las experiencias con la población y los resultados de nuestros proyectos. Así, hemos generado instrumentos para compartir aprendizajes al servicio de todos, abriendo las puertas para que otros actores que trabajen en pro del desarrollo rural puedan tener a su disposición algunas de nuestras conclusiones (que medimos con ayuda de Econometría). Estas soluciones son uno de los muchos caminos que invitamos a poner en práctica.

De igual manera, vale la pena destacar que las alianzas público-privadas que impulsamos han dado lugar a iniciativas integrales y personalizadas que han contribuido a la implementación de Planes de Desarrollo y Políticas Públicas.

Ejemplos concretos incluyen el fortalecimiento de pequeños productores de la cadena láctea en el Cauca, el proyecto de Autonomía Económica con Mujeres del Alto Patía y las iniciativas en la Alta Guajira, que buscan mejorar las condiciones de seguridad alimentaria y los medios de vida de las comunidades Wayúu. Estos proyectos demuestran cómo las alianzas pueden mejorar el acceso a bienes y servicios, gestionar recursos para la innovación, fortalecer la articulación institucional y promover el intercambio de conocimientos.

Otro caso puntual es el reciente proyecto que lanzamos en cooperación con la Cancillería, el cual permitió apalancar una inversión de COP$1.235 millones para desarrollar iniciativas que buscan promover la seguridad alimentaria en los departamentos de La Guajira, Vichada y Nariño. La unión en este caso fue clave para lograr procesos de inclusión social y productiva, así como la autonomía alimentaria y la promoción de alternativas para la generación de ingresos y el mejoramiento de las condiciones de vida de unos 410 participantes.

A pesar de sus beneficios, consolidar alianzas no es una tarea fácil ni rápida. Requiere tiempo para armonizar intereses, dinámicas y ritmos. Es importante tener paciencia y comprender que las tensiones y dificultades son inherentes a su desarrollo. Para todo esto, la comunicación juega un papel determinante en su buen desarrollo.

La evidencia y la experiencia nos demuestran que las transformaciones necesarias en los sistemas agroalimentarios solo pueden lograrse a través de la promoción de alianzas colaborativas. Creemos que es relevante seguir promoviendo esquemas de colaboración para la ejecución de iniciativas conjuntas que agreguen valor, construyan sobre lo construido y especialmente, que tengan en el centro a las comunidades y sus aspiraciones.

Desde la Fundación Alpina, vemos estos logros y aprendizajes como ganancias que hoy nos permiten comunicar con orgullo que, desde 2008, hemos trabajado de la mano de más de 90 aliados en pro del desarrollo rural. De cara al futuro, seguiremos fortaleciendo nuestro rol de cooperación para llegar a más participantes y, como dice nuestro lema de 15 años, transformar esperanza en proyectos de vida.