Cuando hablamos de salud normalmente pensamos en enfermedades, en el médico, en el sistema de salud, en hábitos de vida saludable pero pocas veces conectamos la salud con nuestra habilidad para construir vínculos que nos permitan sentirnos acompañados y cuidados.
Sin embargo, hoy disponemos de estudios que demuestran cómo la soledad tiene más impacto sobre la salud que muchas de las estrategias que tradicionalmente ponemos en marcha en la vida diaria como controlar la hipertensión, realizar deporte o controlar el sobrepeso. La soledad puede tener tanto impacto como fumar 15 cigarrillos al día, aumenta el riesgo de enfermedades coronarias en un 29% y de un infarto en un 32%. Por el contrario, hay estudios que sugieren que aumentar las redes de apoyo social aumenta la probabilidad de supervivencia en un 50%.[1]
En algunos países el tema de la soledad y su conexión con la salud pública ha avanzado tanto que se han creado ministerios para abordar este tema, como en Japón o Reino Unido, y en Estados Unidos el Surgeon General Dr. Vivek Murthy la ha declarado como la mayor epidemia de salud pública, instando a todos los sectores a trabajar para atender esta realidad.
En Colombia este fenómeno también está ocurriendo, de acuerdo al DANE el porcentaje de personas viviendo solas entre el 2005 el 2018 aumento en 7 puntos porcentuales, el 50% de estos se encuentran en el rango de adultez 1 y 2 (29 a 64 años). Así mismo, se ha identificado que al menos el 11.5% de los que viven solos tienen alguna dificultad en su vida diaria. En el análisis de bienestar subjetivo, las personas que viven solas reportaron sentirse más tristes, otorgan menor puntaje a considerar que las cosas que hacen valen la pena y son menos felices[2]. En este contexto, un elemento central es sentir que se cuentan con redes de apoyo y confianza, se puede vivir solo más no tener sensación de soledad, la información del DANE arroja que el 34.7% de las personas mayores de 18 no cuentan con redes de apoyo y de confianza.
A pesar de este tipo de cifras, no hay un estudio sistemático, como en otros países, que incorpore preguntas frente a la soledad percibida, la sensación de disponer de redes de apoyo y su impacto en el caso colombiano. Seguramente, dadas todas las necesidades que se evidencian en este país frente a Necesidades Básicas Insatisfechas y pobreza, la soledad no ha tomado la relevancia que tiene. Sin embargo, la soledad impacta también al capital social, en dimensiones como la confianza, la solidaridad y la respuesta horizontal a necesidades comunitarias: la sensación de sentirse parte de una comunidad, de tener confianza en los demás, y sentir que se cuenta con otros. El capital social en Colombia en los últimos análisis también plantea una reducción y está, según varios estudios, altamente vinculado al desarrollo económico, con lo cual el tema de redes y soledad no solo deberíamos mirarlo desde una perspectiva de salud sino de desarrollo y pobreza.
Desde esta perspectiva y respondiendo a estas necesidades en nuestros territorios, la Fundación Keralty ha venido desarrollando su programa Colombia Contigo, Ciudades Compasivas en 7 ciudades; Bogotá, Ibagué, Manizales, Santa Marta, Cartagena, Villavicencio y Pasto. Este programa busca fortalecer aspectos del capital social y las redes de cuidado promoviendo espacios de dialogo intersectorial que integren a las comunidades, sus necesidades, así como sus recursos y poder responder de forma integral a esa necesidad desde un tejido social sólido.
Por un lado, el programa ha venido trabajando con diversas instituciones del sector salud para que incorporen desde sus estrategias la importancia de identificar las necesidades en cuanto a redes y acompañamiento de sus pacientes, no solo las necesidades tradicionales de salud, promoviendo la conexión con la comunidad y los servicios del territorio y, de esta manera, tener mejores resultados en salud y bienestar general. Esto ha permitido que las instituciones hagan mapeo de redes, círculos de cuidado o incorporen escalas de bienestar, logrando de esta manera identificar y apoyar, desde el sector salud, alrededor de 8,000 personas que no tenían red de apoyo y conectarlos con redes de su propia comunidad, con voluntarios y con otros actores del territorio. En promedio para estos casos se ha logrado pasar de tener una sola persona en su red de apoyo a 4 personas participando del cuidado de diversas formas, impactando no solo la calidad de vida de aquel que se encontraba en situación de soledad sino también la calidad de vida del “cuidador primario” al percibir el cuidado y apoyo de otros y no tener esa responsabilidad solo.
Por el otro, el programa ha desarrollado la estrategia Comunidades de Cuidado Compasivo que busca trabajar a nivel local, de barrios y micro territorios, fortaleciendo la confianza y solidaridad a partir de la construcción de comunidades conscientes de sí mismas, que forman y/o fortalecen redes comunitarias logrando así un mayor capital social y más bienestar para todos sus habitantes. La Comunidad de Cuidado está entendida así: como una comunidad capaz de identificar sus necesidades, al tiempo que reconoce los recursos con los que cuenta y se moviliza promoviendo el cuidado y el acompañamiento de aquellos que lo necesitan. Se organiza contando con una estructura de gobernanza que le permite representar a su comunidad y liderar esfuerzos articulados. Finalmente es aquella que logra mejorar los indicadores de salud y bienestar a través de redes de cuidado articuladas tanto entre ellos mismos como con el sector salud y social.
Con esta estrategia hemos logrado llegar a alrededor de 20 comunidades donde viven 4,500 personas y que hoy gracias al acompañamiento de su propia comunidad y los otros actores que se van articulando a la estrategia han logrado mejorar sus indicadores de soledad, bienestar y salud. Gracias a esta estrategia cuidadores que no tenían respiro en Manizales fueron identificados y su comunidad les ofrece momentos de descanso y esparcimiento mientras les cuidan a aquellos que lo necesitan. En Santa Marta se han organizado para tener una huerta urbana la cual se ha vuelto no solo una fuente de alimentación más saludable sino un punto de encuentro para la comunidad, un espacio de articulación y ha tenido impacto en la salud mental de varios de los asistentes.
Si bien entonces salud y soledad se encuentran altamente conectados, en Colombia no existe aún un énfasis en trabajar en esta temática y ha sido un desafío poder convocar actores que estén dispuestos a unirse a esta causa tanto desde el sector salud como desde el sector social, fundacional y otros actores públicos.
[1] Our Epidemic of Loneliness and Isolation 2023. The US Surgeon General´s Advisory on the Healing Effect of Social Connection and Community.
[2] Soledad en Colombia, una aproximación desde las fuentes estadísticas oficiales – Serie Notas Estadísticas. DANE, 2020