Ejercer una posición de liderazgo desde una organización que tiene en su espíritu ayudar a cerrar brechas de desigualdad para las mujeres y promover su participación activa en el desarrollo económico, es uno de los retos y satisfacciones más importantes hasta ahora para mí como mujer y como profesional. Después de haber tenido la oportunidad de desempeñarme profesionalmente en empresas multinacionales y en centros de pensamiento fuera de Colombia, trabajar hoy por el impulso a la igualdad de género y en la promoción de oportunidades para que las mujeres puedan aportar su poder transformador a la sociedad en condiciones de igualdad, es sin duda motivante.
Las circunstancias actuales en función de la pandemia de COVID-19 marcan la agenda mundial y las mujeres no somos ni podemos ser ajenas al gran reto que tenemos de evitar que se pierdan los avances en la igualdad de género hasta ahora logrados. Por el contrario, quienes tenemos espacios de participación e incidencia y en línea con las recomendaciones de las Naciones Unidas, debemos lograr que se reconozca la necesidad de incorporar una perspectiva de género en todas las medidas tendientes tanto a mitigar, como a recuperarnos de los efectos de la actual crisis, teniendo en cuenta las necesidades, condiciones o limitantes de los contextos y evitando duplicar esfuerzos en un mismo territorio, considerando, además, los efectos potencialmente más severos que han sufrido las mujeres durante la pandemia.
La crisis ha despertado también, por fortuna, un espíritu de solidaridad. En ello, las mujeres en posiciones de liderazgo bien sea desde las organizaciones sociales, la academia, el sector privado o la institucionalidad pública, debemos mantener el compromiso de pensar en el bienestar de millones de mujeres que vieron afectada su autonomía económica y con ello su capacidad de agencia y negociación al interior del hogar, que han asumido una mayor carga de las actividades de cuidado en el confinamiento y que vienen siendo víctimas del incremento de las violencias basadas en género, entre otros.
En esta crisis hay también una gran oportunidad para ir más allá y acelerar las medidas tendientes a cerrar las brechas de desigualdad para las mujeres. El momento determina la necesidad de poner todo el esfuerzo de la humanidad en construir un mundo mejor para un escenario post-COVID que, decididamente, incluya en igualdad a las mujeres y capitalice todo su potencial transformador. Si bien, antes de esta crisis según el Gender Global Gap Report 2020[1] se estimaba que la igualdad de género llevaría por lo menos 99,5 años, hoy el reto es acelerar la inclusión de las mujeres al sistema financiero, al acceso al empleo y a los cargos directivos de las compañías y el sector público, a las tecnologías de la información y la comunicación, a los medios de producción y a garantías frente a las violencias basadas en género. Asimismo, promover la inversión de impacto con perspectiva de género y profundizar el conocimiento sobre las brechas que debemos cerrar, entre otros. El reto es lograr que como sociedad la igualdad de género se convierta en el mejor aprendizaje de esta gran prueba que afrontamos y en parte de esa solución monumental que debemos construir.
Hoy más que nunca reafirmo mi fe en el poder transformador que tenemos las mujeres trabajando mano a mano con los hombres para construir un mundo mejor para las generaciones venideras.
[1] https://es.weforum.org/reports/gender-gap-2020-report-100-years-pay-equality